3 claves para salir del bucle de la culpa

Uno de los sentimientos más difíciles de trabajar para los psicólogos es el sentimiento de culpa. Cuando se instala de manera permanente en la vida de la persona puede suponer una carga muy pesada, que se siente en el cuerpo como presión en el pecho, nudo en el estómago, taquicardia, etc… y a nivel de pensamientos se vive como una rumiación constante que revive escenas del pasado: “Y si yo hubiera… o no hubiera…”.

La culpa por haber hecho algo incorrecto suele estar compuesta de dos emociones básicas: el enfado contra mí mismo por haber hecho algo mal y el miedo a las consecuencias (a que me dejen de querer, a que me rechacen o a que me excluyan de un grupo o familia).

Cuando nos enganchamos en este bucle de la culpa lo que tendemos a hacer es quedarnos en nosotros mismos y castigarnos por lo que hemos hecho: Qué malo o qué mala he sido, cómo he podido hacerlo, soy idiota, me lo merezco, etc… Al principio parece que descargamos esa ira contra nosotros y nos quedamos un poco mejor. Pero, lamentablemente, esto no sirve de mucho y la culpa no tarda demasiado en volver a aparecer.

¿Cómo podemos salir de este tormento?

  1. Atrévete a mirar

En primer lugar, lo primero que tienes que cambiar es el foco a dónde estás mirando. Lo importante cuando has hecho daño a alguien es esa otra persona que no eres tú. Atrévete a preguntar a esa persona cómo se quedó después de lo que le dijiste o le hiciste. Interésate de verdad, abriendo tu corazón a escuchar todo lo que la otra persona te tenga que decir.

2. Reconoce tus errores

Es el momento de reconocer de manera concreta en qué te equivocaste sin justificarte ni excusarte y de poner palabras al dolor de la otra persona: “ahora veo lo incómodo que ha debido de ser para ti” o “ahora veo lo mal que te lo he hecho pasar”.

3. Asume las consecuencias

Muchas veces deseamos que con reconocer los errores ya sea suficiente para ser perdonados y pasar página. Y no, el otro tiene derecho a reaccionar y equilibrar el daño que le hemos hecho por ejemplo enfadándose, tomándose un tiempo para pensar o incluso decidiendo romper la relación”. Nos toca entonces asumir que esas son las consecuencias de nuestros actos. En otras ocasiones, podremos reparar el daño con acciones concretas que ayuden a restaurar la confianza que había en la relación.

 
Y finalmente, perdónate. Somos humanos, cometemos errores. El perdón hacia uno mismo es fundamental para seguir adelante. No te identifiques con la culpa. La culpa no define quién eres. No eres tus errores. Eres alguien que está en constante evolución, aprendiendo y mejorando.
Anterior
Anterior

¿Qué es la ICV?